Por Esther Aguirre

El realizador de EFE TV Ramón Fontecha, que ha dirigido varios cortometrajes de éxito, entre ellos, “Túnel nº 20”, con el que obtuvo un Premio Goya al mejor documental, reconoce que le gustaría poder grabar otro sobre la devastadora pandemia que afecta al mundo desde un punto de vista “social” y desde su “experiencia personal”.

Así lo asegura este profesional, experto del mundo audiovisual, que sigue con perplejidad, preocupación, cuidado e impotencia el devenir de una de las peores emergencias sanitarias del último siglo: la de la COVID-19, que ha provocado, en tan solo seis meses, la muerte de cientos de miles de personas en todo el mundo.

“Me gustaría poder contarlo en un cortometraje desde una experiencia personal. Me interesa, sobre todo, desde un punto de vista social y personal”, dice Fontecha, consciente de la magnitud histórica que tendrá la pandemia del coronavirus, que, a buen seguro, se llevará a la gran pantalla.

Fue precisamente esa dimensión histórica la que le llevó en su día a escribir, producir y dirigir “Túnel nº 20”, un relato sobre el accidente ferroviario más grave ocurrido en España, que tuvo lugar en 1944 en Torre del Bierzo (León), con el que obtuvo un Premio Goya, el galardón más prestigioso del cine español.

En el cortometraje, Fontecha sacaba a la luz y narraba, desde los ojos de una viajera, un siniestro que fue, en opinión del también productor de TV, uno de los episodios más silenciados del franquismo: el trágico final del tren correo expreso 421, que truncó los sueños de sus pasajeros.

Dieciocho años después de recibir la estatuilla y de pisar la alfombra roja por este ‘corto’, recuerda “el cariño de la gente del Bierzo, los momentos frenéticos y la tensión de los rodajes con equipos alquilados y el poco tiempo” que tenían para este proyecto.

Amante de su profesión, curioso, incansable, perfeccionista, paciente y, por encima de todo, discreto -de hecho, todavía hay muchas personas en la Casa que desconocen que tenemos en plantilla un premio Goya-, son algunas de las cualidades que definen a este madrileño.

Ramón Fontecha ha trabajado para todos los canales autonómicos y privados de España, además de para algunos extranjeros, pero ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria profesional en la Agencia EFE.

A lo largo de su carrera -que empezó como él mismo recuerda tirando cables para la primera retransmisión de Telemadrid-, ha hecho casi de todo.  No en vano, ha trabajado como ayudante de cámara, reportero gráfico de TV, director de fotografía, productor y realizador de televisión, puesto que ocupa en la actualidad, haciendo, entre otras cosas, reportajes, “spots” promocionales y vídeos institucionales de la Casa.

Su maestría y destreza en el trabajo se ha podido ver también en viajes con la Familia Real española, en los seguimientos de los lanzamientos de Hispasat y en entrevistas a los presidentes del Gobierno, así como en las coberturas que hizo para las delegaciones internacionales de Antena 3 como el fallecimiento de la princesa de Gales o el “impeachment” (proceso de destitución) de Bill Clinton.

También llevó a cabo un largometraje titulado “El tren del Wolframio” y varios cortometrajes, entre ellos, “Franco no puede morir en la cama”, “Dos niños solos”, “La cartera”, “Pelonas” y “Túnel nº20”, además de colaborar en la realización del programa de televisión “Expreso 421”, para el Canal Historia de TVE.

A continuación, la entrevista completa:

 P: Hace dieciocho años ganaste un premio Goya como director y guionista del documental “Túnel nº 20”, ¿qué significó para ti?

 R: Un reconocimiento al esfuerzo de un grupo de personas muy comprometidas con su trabajo y con la ilusión de narrar historias.

“Túnel nº 20” nos conectó con las vivencias personales de los protagonistas y con la emoción de hacer pública una noticia que se quedó durante mucho tiempo en el ámbito ferroviario y familiar en la zona del Bierzo.

Profesionalmente, en el mundo del cine, no me ha supuesto nada.

P: ¿Te atreverías a hacer un cortometraje o una película sobre el coronavirus?

R: Creo que es algo que ya están haciendo otros, me interesa desde un punto de vista social y personal. Me gustaría poder contarlo desde una experiencia personal.

P: Cuéntame alguna anécdota de la entrega del premio.

 R: Fue una ceremonia protagonizada por el rechazo del cine a la guerra de Irak. Los tres que optábamos a recibir el premio en mi categoría nos sentamos juntos y compartimos un cartel de “No a la guerra” que debía mostrar el que ganara.

P: ¿Qué es lo primero que se te vino a la cabeza cuando supiste que habías ganado? ¿A quién se lo dedicaste?

R: Lo supe en el mismo momento que lo anunciaban y no recuerdo exactamente qué fue lo que pensé. Fue una enorme alegría. Se lo dediqué a mi mujer, a mi familia, al equipo, a mis compañeros de EFE, a los ferroviarios, a los bercianos y a los leoneses.

P: Háblame del documental y ¿cómo surgió la idea de hacerlo sobre ese tema?

R: Leí un guiness en el que se hablaba de un accidente de tren en España, con más de 500 víctimas. A partir de este momento, en mi pasión por los trenes, empecé a buscar documentación y me dejé atrapar por una historia que tenía una enorme dimensión emocional, social, política… Tenía muchas ganas de hacer un trabajo de campo, sobre el terreno.

 P: ¿Qué recuerdos te quedan de esa historia?

R: El cariño de la gente, momentos frenéticos, la tensión de los rodajes con equipos alquilados y el poco tiempo que teníamos. También recuerdos personales bonitos, mi tía y mi hija Ana, embarcadas como actrices… lo familiar, la amistad, el trabajo desinteresado de todos los que colaboraron y la emoción de los familiares de las víctimas, que llamaban a casa para pedir una copia porque algún pariente había fallecido en el accidente.

El 4 de enero, fecha del accidente, fuimos a Torre del Bierzo con la cinta para proyectársela a los vecinos y todos pasaron por el salón de plenos del ayuntamiento.  Daban las gracias y sentían la satisfacción de que esta historia por fin había salido a la luz.

 P: Cambiando de tema, ¿cómo estás viviendo la pandemia?

 R: Con precaución y cuidado.

P: El coronavirus nos ha obligado a todos a reinventarnos, cuéntame las iniciativas que habéis puesto en marcha en EFE TV con todo esto del coronavirus.

R: Hemos hecho un seguimiento desde prácticamente todos los lugares en los que tenemos equipos, hemos mantenido nuestra producción en todo momento.

En concreto desde mi área, nada más comenzar el estado de alarma, empezamos a realizar un resumen diario internacional y otro nacional con las imágenes más impactantes.

También colaboramos con el grupo SEPI en la realización de un reportaje que sirvió para mostrar sus iniciativas solidarias.

Por indicación de Paco Pardo, director del Museo EFE, y aprovechando que el Museo no recibe visitas físicas, hemos realizado un tour virtual, en el que hemos incluido testimonios de compañeros de EFE.

Asimismo, iniciamos la elaboración de una nueva promoción de la Agencia, mostrando la cara de los compañeros que trabajaban en la calle durante los duros primeros días de la pandemia…

P: ¿Estás trabajando en remoto o de forma presencial?

R: Llevo trabajando de forma presencial desde principios de mayo. De marzo a mayo me organicé con mi compañero Juan Luis para desarrollar un trabajo parecido al que veníamos realizando en la Agencia, en este caso, desde casa, con nuestros ordenadores personales.

P: Cuéntame alguna anécdota que te haya ocurrido en el trabajo

R: Nuestros encuentros mañaneros virtuales son fuente de momentos graciosos, con anécdotas diarias en las que se mezclan lo profesional y lo personal, el trabajo con la vida familiar.

P: ¿Cómo te imaginas EFE y el resto de empresas del sector de la comunicación en 10 años?

R: Es difícil imaginar cómo se va a desarrollar la técnica audiovisual en los próximos 10 años.  El 5G favorecerá los formatos multimedia desde cualquier dispositivo.

Sabemos que los auriculares van a mejorar, serán más inmersivos y con muchas nuevas funciones (el AirPods Pro y dispositivos similares ya hacen presagiar algo) y darán un nuevo impulso a los formatos de audio, siendo la voz la protagonista y convirtiendo artículos de texto en audio como una forma de capitalizar la creciente popularidad de los nuevos formatos como los podcast.

La transcripción, la traducción automática y los servicios de texto a voz facilitarán la producción audiovisual.

Las gafas de realidad virtual se van a desarrollar hasta permitirnos la grabación de todo lo que tengamos delante de nuestros ojos.

El almacenamiento de datos se va a abaratar de forma que guardar archivos de vídeo no va a ser un obstáculo en los departamentos de documentación.

P: ¿Cuál crees que es la asignatura pendiente de EFE?

R: En lo que respecta a mi departamento, creo que hay que apostar por contenidos más elaborados y de calidad. Siempre está latente el deseo de llevar a cabo proyectos más apasionados y complejos, como documentales largos, series documentales …

En general, en EFE hace falta escuchar a los jóvenes, que están muy conectados al mundo digital y familiarizados con los nuevos productos audiovisuales. Unir lo joven a la experiencia es una buena manera de renovarse, manteniendo lo esencial y aprovechando el impulso de lo nuevo.

Fomentar foros internos de comunicación en los que expresemos y escuchemos ideas. Fortalecer una estructura horizontal y no piramidal. Estimular a los más experimentados a que cuenten sus experiencias y a los más jóvenes a desarrollar su talento en proyectos que les sean atractivos.

 

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