Javier Lascuráin
Nuestro excompañero Juan Miguel Pérez, que fue entre muchas otras cosas en los años ochenta y noventa jefe de Tribunales, redactor jefe de la Noche y responsable del área de Sociedad, ha fallecido en Madrid.
Para mí, como para todos los que tuvimos el honor de trabajar con él en aquellas lejanas noches, Juan Miguel no era “un” jefe, ni siquiera “nuestro” jefe. Era “el” jefe, con artículo determinado, y así le seguimos llamando cuando la vida fue llevándonos por caminos diferentes.
Juan Miguel era la pasión por la noticia, la exigencia del rigor, pero también la sonrisa permanente, la comprensión, la bonhomía, la caballerosidad. Era una de esas excepcionales personas que nunca pretenden dar lecciones, pero con quienes siempre se aprende. De hecho, sin proponérselo ni hacer alardes, nos enseñó buena parte de lo que hoy sabemos y somos a quienes crecimos profesionalmente a su lado.
Sentía verdadera pasión por la información de tribunales, conocía cada rincón y cada vericueto de los juzgados. Era capaz de encontrar las sentencias y los autos que todos perseguían, y hallar, entre los cientos de áridas páginas de prosa judicial, la noticia que para la mayoría había pasado desapercibida.
Hombre tranquilo y discreto, con su eterna media sonrisa en la boca, tenía siempre a mano un repertorio de anécdotas y vivencias y una capacidad sorprendente de empatía y escucha.
Son muchos los recuerdos de aquellas interminables noches en Espronceda, pero siempre que rememoro esos años viene a mi mente ese momento sagrado de cada madrugada en el que preparaba café en nuestra vieja cafetera, sacaba de su cajón una lata de pastas y nos convocaba a todos a compartirlo. También a las señoras que se encargaban a esas horas de limpiar la redacción, que dejaban por un momento sus tareas, se sentaban mirándole arrobadas y nos decían luego con admiración: “Vuestro jefe es un caballero. De los de verdad”.
Es ya casi un tópico recurrir a la frase de Ryszard Kapuscinski según la cual “para ser buen periodista hay que ser buena persona”. Hoy se nos ha ido una excelente persona que, quizá por eso, era también un magnífico periodista.