La vida de cinco mujeres que llegaron en patera a Fuerteventura y la de sus hijos, niños de muy corta edad, ha cambiado tras una información de EFE.

Todos los que trabajamos en el mundo del periodismo sabemos lo arriesgado que es decir que algo ocurre “por” una información, así que permitidme que me quede con un pulcro y objetivo “tras”, para resaltar de que “tras” la sonrisa de Marissa, Mariame, Bintou, Aissa y Chata están la sensibilidad del corresponsal de EFE en Fuerteventura, Eloy Vera, y la mirada especial de Carlos de Saá, nuestro colaborador gráfico en la isla.

El martes, 20 de octubre, Eloy tenía ya cerrada toda la historia. Con la confirmación de las dos instituciones implicadas, la Dirección General de Protección de la Infancia del Gobierno canario y la Fiscalía de Las Palmas, a mediodía EFE lanzaba por su servicio nacional una crónica con los testimonios de esas cuatro mujeres bajo este título: “INMIGRACIÓN CANARIAS. El protocolo que angustia en la frontera sur: Madres separadas de sus hijos”.
El impacto fue inmediato y horas después, lo amplificaron informaciones de la Cadena SER y el eldiario.es.

Como muchos se encargaron de recordar en las redes sociales, eso que medio mundo había criticado a Donald Trump por su trato a los menores inmigrantes que cruzan desde México, pasaba ahora en Canarias.

Desde hace años, el Defensor del Pueblo pide que se considere menor en riesgo a todo niño o niña que llegue a España en una patera acompañado por un adulto, hasta que se pruebe, con documentos o con un análisis de ADN, que se trata de su padre o de su madre.

El propósito de esa cautela es no favorecer el tráfico de menores y evitar que las mafias utilicen a los niños en posibles casos de trata de mujeres (la Policía los llama a estos menores “niños ancla”, porque los usan para evitar una expulsión).

El fin no puede ser más razonable, pero si ese protocolo se aplica como se ha hecho en Gran Canaria y Fuerteventura y las pruebas de ADN se demoran semanas o incluso meses, porque la llegada de pateras a Canarias desborda ya cualquier capacidad material de respuesta, el resultado no puede ser más cruel: niños muy pequeños que sufren sin consuelo porque están separados de su madre (o de la mujer a la que siempre han visto como tal, porque desde el punto de vista del menor el dolor es igual). Y mujeres desgarradas.

Eloy lo contó así, dando protagonismo a las voces de las protagonistas, con hechos corroborados. La Dirección General del Menor confirmó la situación al día siguiente en el Parlamento de Canarias, el Defensor del Pueblo abrió una investigación y la Fiscalía admitió que estaba sufriendo retrasos con las pruebas de ADN y que iba a reevaluar su protocolo.

Porque, como defendía desde el principio el Defensor del Pueblo, para comprobar el parentesco de una mujer y un niño no es necesario separarlos, hay otras opciones: Por ejemplo, enviarlos a un centro especial de acogida, pensado para estos casos, donde sigan juntos bajo tutela pública hasta que se compruebe el parentesco, un centro como los que cedió a Canarias el Ministerio de Inclusión el viernes 23… tras la información de EFE.

PD. A Eloy y a Carlos las mujeres les dieron las gracias, emocionadas, el día que recibieron de vuelta a sus hijos, para ellas no hay debates semánticos. Y a mí solo me queda destacar la enorme cobertura que ambos están haciendo desde Fuerteventura de la nueva crisis migratoria que vive Canarias. EFE es la referencia informativa en buena parte gracias a ellos.