El año 2024 comenzó para EFE con una bella metáfora: en enero, la agencia depositó parte de su legado en la Caja de las Letras del Instituto Cervantes, un archivo construido por generaciones de periodistas durante 85 años. La idea, iniciada en 2007 por César Antonio Molina, su entonces director, era tan simple como hermosa: convertir las antiguas cajas de secretos bancarios del Banco Central, ocultas tras puertas blindadas, en espacios para las palabras, los versos y las fotografías.

Diecisiete años después del nacimiento de esas “burbujas del tiempo”, EFE pudo albergar en una de ellas varias de sus joyas: el “Nuevo Libro de estilo urgente” de la agencia, su primera historia en formato digital y las fotografías históricas del intento de golpe de estado del 23-F, tomadas en el Congreso por los admirados fotógrafos Manuel Hernández de León y Manuel Barriopedro. La triste noticia del fallecimiento de Hernández de León en agosto de 2024 es uno de los acontecimientos que marcan este año. Respecto a la última edición del libro de estilo, el Instituto Cervantes brindó apoyo y espacio, facilitando su presentación en varias de sus sedes más importantes, como Madrid, Rabat, Pekín, Sao Paulo y Nueva Delhi.

Aquel acto de depósito en el Cervantes culminó con la entrega a EFE, por parte de su actual director, Luis García Montero, de una llave dorada para abrir y cerrar la puerta de “nuestra caja”. Es un símbolo potente. Si pensáramos en sentido figurado que esa llave permitió abrir en canal el año 2024, ¡qué vértigo!, con ella pudimos entrar tanto en el paraíso como en el infierno.

El 2024 no fue un año fácil. Los frentes bélicos, envueltos en sangre y fuego, se prolongaron y aún persisten en Ucrania y en Gaza. Las fotos y vídeos de lo que sucede en la Franja llegan a la opinión pública a través de EFE y otras agencias porque los graban reporteros gazatíes que se juegan la vida a diario. Muchos han muerto bajo las bombas, mientras el ejército israelí prohíbe la entrada de la prensa libre.

Además, el año pasado se abrieron nuevas heridas en la zona, como en Líbano, con bombardeos regulares hasta el mes de septiembre, o Siria, donde el desmoronamiento del régimen de Bachar al Asad concluyó en diciembre con la huida del dictador y la instauración de un nuevo gobierno de transición. Los reporteros de EFE, desplazados de inmediato desde la frontera siria con Líbano, fueron de los primeros en llegar a Damasco. Las delegaciones de la agencia en Jerusalén y El Cairo cubren todo lo que ocurre en una de las zonas más atormentadas del mundo, en una nueva demostración de que EFE siempre está.

"Con esta carta he querido poner el foco en ellos: los periodistas y reporteros, los que están golpeando cada día el yunque de los hechos. A ellos y a sus protagonistas nos debemos."

Miguel Ángel Oliver

Solo unas semanas antes, en noviembre, se habían celebrado elecciones presidenciales en Estados Unidos, que alumbraron un nuevo tiempo con la victoria de Donald Trump. Durante la campaña, a principios de julio, un tirador solitario disparó contra el candidato republicano durante un mitin en Pensilvania. Las balas silbaron y una de ellas le cruzó la oreja. Un periodista de EFE y un fotógrafo de EPA estaban allí para contárselo al mundo. Eran únicos trabajando para un medio en español. La instantánea de Trump, con la sangre brotándole de la oreja rota, y el relato en primera persona, cuerpo a tierra, de nuestros periodistas, nos hizo nuevamente sentir un profundo orgullo de trabajar en EFE.

Y qué decir de la tarea desempeñada por nuestra delegación en Venezuela durante la tensa y dramática campaña electoral para las presidenciales del 28 de julio. EFE y otras agencias internacionales recibieron el reconocimiento de los demócratas por su trabajo. Y el desdén y el insulto por parte de quienes no creen en la libertad de prensa. El gobierno de Caracas nos llamó “basura” por informar demasiado. Nunca ser ese tipo de basura nos provocó tantas ganas de seguir informando.

Así, pues, EFE estuvo donde tenía que estar. Y a veces, en medio de las prisas, también donde no debía estar. En octubre, cometimos varios errores graves consecutivos. Resultó desafortunado que uno de ellos ocurriese apenas unas horas antes de que se inaugurase en Madrid la exposición principal con la que la agencia celebraba sus 85 años de historia. Fue una circunstancia muy adversa, ante la cual EFE respondió con rapidez y responsabilidad: se avisó a los abonados, los fallos fueron rectificados de inmediato y se pidieron disculpas por ellos. No es para menos: la veracidad y la trazabilidad de lo que cuenta EFE son sus señas de identidad.

Desgraciadamente, octubre acabó en España con una tragedia que dejó atrás otros quebrantos. La mañana del día 29 de aquel mes comenzó con serias advertencias por lluvias torrenciales en el este peninsular, en especial, en la Comunidad Valenciana. A media tarde, el cielo se desplomó en las cabeceras de varios arroyos y el agua inició un descenso mortal hacia la huerta sur y otras zonas cercanas a la capital. Doscientas veintiocho personas fallecieron. Durante semanas, los profesionales de la Delegación de EFE en Valencia pisaron el mismo barro que las víctimas, patearon cada rincón, para narrar y retratar las terribles consecuencias de aquella dana. Su dedicación no tuvo límite y nuestro agradecimiento tampoco. La agencia distribuyó gratuitamente durante casi un mes su servicio de texto y fotografía para hacer lo que debía como medio público: ofrecer información veraz, potable, en medio de la inundación y del fango.

Son algunos de los hitos de un año, 2024, que se glosa en esta memoria. Con esta carta he querido poner el foco en ellos: los periodistas y reporteros, los que están golpeando cada día el yunque de los hechos. A ellos y a sus protagonistas nos debemos.

Miguel Ángel Oliver

Presidente de la Agencia EFE

El año 2024 comenzó para EFE con una bella metáfora: en enero, la agencia depositó parte de su legado en la Caja de las Letras del Instituto Cervantes, un archivo construido por generaciones de periodistas durante 85 años. La idea, iniciada en 2007 por César Antonio Molina, su entonces director, era tan simple como hermosa: convertir las antiguas cajas de secretos bancarios del Banco Central, ocultas tras puertas blindadas, en espacios para las palabras, los versos y las fotografías.

Diecisiete años después del nacimiento de esas “burbujas del tiempo”, EFE pudo albergar en una de ellas varias de sus joyas: el “Nuevo Libro de estilo urgente” de la agencia, su primera historia en formato digital y las fotografías históricas del intento de golpe de estado del 23-F, tomadas en el Congreso por los admirados fotógrafos Manuel Hernández de León y Manuel Barriopedro. La triste noticia del fallecimiento de Hernández de León en agosto de 2024 es uno de los acontecimientos que marcan este año. Respecto a la última edición del libro de estilo, el Instituto Cervantes brindó apoyo y espacio, facilitando su presentación en varias de sus sedes más importantes, como Madrid, Rabat, Pekín, Sao Paulo y Nueva Delhi.

Aquel acto de depósito en el Cervantes culminó con la entrega a EFE, por parte de su actual director, Luis García Montero, de una llave dorada para abrir y cerrar la puerta de “nuestra caja”. Es un símbolo potente. Si pensáramos en sentido figurado que esa llave permitió abrir en canal el año 2024, ¡qué vértigo!, con ella pudimos entrar tanto en el paraíso como en el infierno.

El 2024 no fue un año fácil. Los frentes bélicos, envueltos en sangre y fuego, se prolongaron y aún persisten en Ucrania y en Gaza. Las fotos y vídeos de lo que sucede en la Franja llegan a la opinión pública a través de EFE y otras agencias porque los graban reporteros gazatíes que se juegan la vida a diario. Muchos han muerto bajo las bombas, mientras el ejército israelí prohíbe la entrada de la prensa libre.

Además, el año pasado se abrieron nuevas heridas en la zona, como en Líbano, con bombardeos regulares hasta el mes de septiembre, o Siria, donde el desmoronamiento del régimen de Bachar al Asad concluyó en diciembre con la huida del dictador y la instauración de un nuevo gobierno de transición. Los reporteros de EFE, desplazados de inmediato desde la frontera siria con Líbano, fueron de los primeros en llegar a Damasco. Las delegaciones de la agencia en Jerusalén y El Cairo cubren todo lo que ocurre en una de las zonas más atormentadas del mundo, en una nueva demostración de que EFE siempre está.

"Con esta carta he querido poner el foco en ellos: los periodistas y reporteros, los que están golpeando cada día el yunque de los hechos. A ellos y a sus protagonistas nos debemos."

Miguel Ángel Oliver

Solo unas semanas antes, en noviembre, se habían celebrado elecciones presidenciales en Estados Unidos, que alumbraron un nuevo tiempo con la victoria de Donald Trump. Durante la campaña, a principios de julio, un tirador solitario disparó contra el candidato republicano durante un mitin en Pensilvania. Las balas silbaron y una de ellas le cruzó la oreja. Un periodista de EFE y un fotógrafo de EPA estaban allí para contárselo al mundo. Eran únicos trabajando para un medio en español. La instantánea de Trump, con la sangre brotándole de la oreja rota, y el relato en primera persona, cuerpo a tierra, de nuestros periodistas, nos hizo nuevamente sentir un profundo orgullo de trabajar en EFE.

Y qué decir de la tarea desempeñada por nuestra delegación en Venezuela durante la tensa y dramática campaña electoral para las presidenciales del 28 de julio. EFE y otras agencias internacionales recibieron el reconocimiento de los demócratas por su trabajo. Y el desdén y el insulto por parte de quienes no creen en la libertad de prensa. El gobierno de Caracas nos llamó “basura” por informar demasiado. Nunca ser ese tipo de basura nos provocó tantas ganas de seguir informando.

Así, pues, EFE estuvo donde tenía que estar. Y a veces, en medio de las prisas, también donde no debía estar. En octubre, cometimos varios errores graves consecutivos. Resultó desafortunado que uno de ellos ocurriese apenas unas horas antes de que se inaugurase en Madrid la exposición principal con la que la agencia celebraba sus 85 años de historia. Fue una circunstancia muy adversa, ante la cual EFE respondió con rapidez y responsabilidad: se avisó a los abonados, los fallos fueron rectificados de inmediato y se pidieron disculpas por ellos. No es para menos: la veracidad y la trazabilidad de lo que cuenta EFE son sus señas de identidad.

Desgraciadamente, octubre acabó en España con una tragedia que dejó atrás otros quebrantos. La mañana del día 29 de aquel mes comenzó con serias advertencias por lluvias torrenciales en el este peninsular, en especial, en la Comunidad Valenciana. A media tarde, el cielo se desplomó en las cabeceras de varios arroyos y el agua inició un descenso mortal hacia la huerta sur y otras zonas cercanas a la capital. Doscientas veintiocho personas fallecieron. Durante semanas, los profesionales de la Delegación de EFE en Valencia pisaron el mismo barro que las víctimas, patearon cada rincón, para narrar y retratar las terribles consecuencias de aquella dana. Su dedicación no tuvo límite y nuestro agradecimiento tampoco. La agencia distribuyó gratuitamente durante casi un mes su servicio de texto y fotografía para hacer lo que debía como medio público: ofrecer información veraz, potable, en medio de la inundación y del fango.

Son algunos de los hitos de un año, 2024, que se glosa en esta memoria. Con esta carta he querido poner el foco en ellos: los periodistas y reporteros, los que están golpeando cada día el yunque de los hechos. A ellos y a sus protagonistas nos debemos.

Miguel Ángel Oliver

Presidente de la Agencia EFE

El año 2024 comenzó para EFE con una bella metáfora: en enero, la agencia depositó parte de su legado en la Caja de las Letras del Instituto Cervantes, un archivo construido por generaciones de periodistas durante 85 años. La idea, iniciada en 2007 por César Antonio Molina, su entonces director, era tan simple como hermosa: convertir las antiguas cajas de secretos bancarios del Banco Central, ocultas tras puertas blindadas, en espacios para las palabras, los versos y las fotografías.

Diecisiete años después del nacimiento de esas “burbujas del tiempo”, EFE pudo albergar en una de ellas varias de sus joyas: el “Nuevo Libro de estilo urgente” de la agencia, su primera historia en formato digital y las fotografías históricas del intento de golpe de estado del 23-F, tomadas en el Congreso por los admirados fotógrafos Manuel Hernández de León y Manuel Barriopedro. La triste noticia del fallecimiento de Hernández de León en agosto de 2024 es uno de los acontecimientos que marcan este año. Respecto a la última edición del libro de estilo, el Instituto Cervantes brindó apoyo y espacio, facilitando su presentación en varias de sus sedes más importantes, como Madrid, Rabat, Pekín, Sao Paulo y Nueva Delhi.

Aquel acto de depósito en el Cervantes culminó con la entrega a EFE, por parte de su actual director, Luis García Montero, de una llave dorada para abrir y cerrar la puerta de “nuestra caja”. Es un símbolo potente. Si pensáramos en sentido figurado que esa llave permitió abrir en canal el año 2024, ¡qué vértigo!, con ella pudimos entrar tanto en el paraíso como en el infierno.

El 2024 no fue un año fácil. Los frentes bélicos, envueltos en sangre y fuego, se prolongaron y aún persisten en Ucrania y en Gaza. Las fotos y vídeos de lo que sucede en la Franja llegan a la opinión pública a través de EFE y otras agencias porque los graban reporteros gazatíes que se juegan la vida a diario. Muchos han muerto bajo las bombas, mientras el ejército israelí prohíbe la entrada de la prensa libre.

Además, el año pasado se abrieron nuevas heridas en la zona, como en Líbano, con bombardeos regulares hasta el mes de septiembre, o Siria, donde el desmoronamiento del régimen de Bachar al Asad concluyó en diciembre con la huida del dictador y la instauración de un nuevo gobierno de transición. Los reporteros de EFE, desplazados de inmediato desde la frontera siria con Líbano, fueron de los primeros en llegar a Damasco. Las delegaciones de la agencia en Jerusalén y El Cairo cubren todo lo que ocurre en una de las zonas más atormentadas del mundo, en una nueva demostración de que EFE siempre está.

"Con esta carta he querido poner el foco en ellos: los periodistas y reporteros, los que están golpeando cada día el yunque de los hechos. A ellos y a sus protagonistas nos debemos."

Miguel Ángel Oliver

Solo unas semanas antes, en noviembre, se habían celebrado elecciones presidenciales en Estados Unidos, que alumbraron un nuevo tiempo con la victoria de Donald Trump. Durante la campaña, a principios de julio, un tirador solitario disparó contra el candidato republicano durante un mitin en Pensilvania. Las balas silbaron y una de ellas le cruzó la oreja. Un periodista de EFE y un fotógrafo de EPA estaban allí para contárselo al mundo. Eran únicos trabajando para un medio en español. La instantánea de Trump, con la sangre brotándole de la oreja rota, y el relato en primera persona, cuerpo a tierra, de nuestros periodistas, nos hizo nuevamente sentir un profundo orgullo de trabajar en EFE.

Y qué decir de la tarea desempeñada por nuestra delegación en Venezuela durante la tensa y dramática campaña electoral para las presidenciales del 28 de julio. EFE y otras agencias internacionales recibieron el reconocimiento de los demócratas por su trabajo. Y el desdén y el insulto por parte de quienes no creen en la libertad de prensa. El gobierno de Caracas nos llamó “basura” por informar demasiado. Nunca ser ese tipo de basura nos provocó tantas ganas de seguir informando.

Así, pues, EFE estuvo donde tenía que estar. Y a veces, en medio de las prisas, también donde no debía estar. En octubre, cometimos varios errores graves consecutivos. Resultó desafortunado que uno de ellos ocurriese apenas unas horas antes de que se inaugurase en Madrid la exposición principal con la que la agencia celebraba sus 85 años de historia. Fue una circunstancia muy adversa, ante la cual EFE respondió con rapidez y responsabilidad: se avisó a los abonados, los fallos fueron rectificados de inmediato y se pidieron disculpas por ellos. No es para menos: la veracidad y la trazabilidad de lo que cuenta EFE son sus señas de identidad.

Desgraciadamente, octubre acabó en España con una tragedia que dejó atrás otros quebrantos. La mañana del día 29 de aquel mes comenzó con serias advertencias por lluvias torrenciales en el este peninsular, en especial, en la Comunidad Valenciana. A media tarde, el cielo se desplomó en las cabeceras de varios arroyos y el agua inició un descenso mortal hacia la huerta sur y otras zonas cercanas a la capital. Doscientas veintiocho personas fallecieron. Durante semanas, los profesionales de la Delegación de EFE en Valencia pisaron el mismo barro que las víctimas, patearon cada rincón, para narrar y retratar las terribles consecuencias de aquella dana. Su dedicación no tuvo límite y nuestro agradecimiento tampoco. La agencia distribuyó gratuitamente durante casi un mes su servicio de texto y fotografía para hacer lo que debía como medio público: ofrecer información veraz, potable, en medio de la inundación y del fango.

Son algunos de los hitos de un año, 2024, que se glosa en esta memoria. Con esta carta he querido poner el foco en ellos: los periodistas y reporteros, los que están golpeando cada día el yunque de los hechos. A ellos y a sus protagonistas nos debemos.

Miguel Ángel Oliver

Presidente de la Agencia EFE

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EFE: A PRIMERA VISTA