Sara Gómez Armas, delegada de EFE en Jerusalén y Territorios Palestinos. Alejandro Ernesto

Por Alfredo Langa Hernáez

Sara Gómez Armas nunca imaginó que su etapa como delegada de la Agencia en Jerusalén coincidiría con el fin de la ‘era Netanyahu‘ y la escalada bélica que, durante 11 días en mayo, dejó 255 fallecidos en Palestina y 13 en Israel, bajo el fuego cruzado entre el ejército israelí y grupos armados palestinos.

“Me gustaría mantener el listón de EFE como medio de referencia en español en Oriente Medio, ofreciendo todos los puntos de vista -a veces antagónicos- sobre lo que aquí sucede”, declara la periodista que alaba las dinámicas de trabajo que instauró Ana Cárdenes, la anterior delegada.

Más de doce años en la Casa, y diez como corresponsal, han permitido a la delegada de Jerusalén y Territorios Palestinos conocer el peso de la agencia en diferentes latitudes.

“En Oriente Medio, cumplimos la misión de contar a la audiencia hispanohablante lo que sucede en una zona candente del mundo. También creo que somos referente en ese sentido, aunque la pauta la marcan en ocasiones otras agencias y medios anglófonos”, señala la periodista que domina el inglés y el francés.

En el Sudeste Asiático, donde somos el único medio hispanohablante con presencia fija en la zona, nuestra presencia es más modesta pero crucial. Donde la Agencia es poco conocida, “yo me harté de explicar en Filipinas qué es EFE y su importancia. Allí Europa o Latinoamérica es algo muy lejano, su mundo gira en torno a China y a veces EEUU”.

“En Latinoamérica, EFE es referencia y juega en primera división, compitiendo con las grandes agencias como AFP, Reuters y AP, que tienen en la región servicios en español muy potentes y bien dotados”, señala quien ha hecho también de corresponsal en Cuba para TVE a través de los convenios entre EFE y la cadena pública.

Al mando de una delegación candente

La dirección que Sara Gómez ha fijado junto a su equipo -Laura Fernández Palomo, Joan Mas Autonell y Pablo Duer- para la delegación, pasa por “dar cabida a  todo tipo de voces y contar lo que ocurre con independencia, rigor y calidad’, afirma la periodista zaragozana.

Durante largas jornadas sin descanso, el equipo de Jerusalén sacrificó horas de sueño, y hasta comidas, para estar a la altura de otras agencias y realizar una cobertura multimedia del “difícil y agotador” conflicto que se se propagó el pasado 6 de mayo de Gaza a Tel Aviv, varios barrios en Jerusalén, ciudades mixtas y Cisjordania.

“En EFE solo hay tres redactores y un colaborador en Gaza, quien tuvo que trabajar bajo bombardeos, entre cortes de internet y teléfono”, relata la delegada.

Su equipo multidisciplinar puede hacer foto y vídeo, pero Sara reconoce que “el resultado es infinitamente mejor cuando un profesional se encarga de hacerlo”.

La delegada se ha visto obligada a entender en tiempo récord la complejidad del conflicto, con todos sus matices, con la ayuda de su equipo. EFE/Laura Fernández Palomo

Autora de coberturas históricas en tres continentes

Desde sus inicios en 2009 como becaria de La Caixa, Sara Gómez Armas ha sido corresponsal en Londres, Ginebra, La Habana y Manila. Entre sus trabajos se encuentran eventos históricos como la muerte de Fidel Castro, las negociaciones de paz entre las FARC y el gobierno colombiano en la Habana, o las protestas democráticas y elecciones de Hong Kong en 2019.

Sin embargo, la cobertura que más le afectó ocurrió mientras realizaba un reportaje en profundidad en las barriadas pobres de Manila, donde se sumergió durante dos meses en una dramática realidad que no había visto en ningún otro lugar del mundo:

“Es curioso ver cómo la normalidad y cotidianeidad se abren paso siempre, incluso en las situaciones más difíciles. Recibí mucho cariño, amabilidad y agradecimiento de todos los entrevistados, acostumbrados a ser invisibles para la sociedad en la que viven y para los políticos de Filipinas. Fue más que un reportaje, fue una gran experiencia vital”.

Sara Gómez Armas, que asegura no haber sentido miedo como mujer ni como periodista en sus destinos, no ha sido ajena a coberturas muy peligrosas. La erupción del volcán Taal en Filipinas y otros terremotos, tifones y huracanes son sólo algunas de ellas.

“Lo más arriesgado que he hecho ha sido ir a un campamento perdido en la jungla de la guerrilla comunista filipina del Nuevo Ejército del Pueblo, cuando no había alto el fuego y en una zona de confrontación con las Fuerzas Armadas, donde había combates con cierta frecuencia”.

“Fueron tres días duros: un viaje de ocho horas, una caminata de cuatro para llegar al campamento por una montaña; dormir en el suelo, comer sólo arroz, lavarme en un río…”, recuerda la periodista de 34 años. “Hay que estar allí para contarlo, pero sin asumir riesgos innecesarios ni ser imprudente”.

Llegada a la convulsa Jerusalén

El pasado martes día 6, la Ley de Ciudadanía y Entrada en Israel que impedía la convivencia de matrimonios palestino-ísraelíes en suelo judío, pero aceptaba matrimonios mixtos de otro origen, fue derogada por el Likud del ex primer ministro Netanyahu, el principal partido de la oposición que la defendió durante años, para presionar al actual gobierno de coalición. 

“Se trata de una medida claramente discriminatoria porque impide a los palestinos que se casan con ciudadanos israelíes obtener la ciudadanía, algo que sí es posible para personas de otro origen o nacionalidad”, lamenta Gómez, sobre una medida que ha contado desde su origen en 2003 con el apoyo del centro-izquierda, la derecha y partidos nacionalistas.

“Esa norma temporal, que se renovaba anualmente, se impuso alegando motivos de seguridad, ya que presuntos terroristas de Hamás habrían entrado a Israel para atentar bajo ese supuesto”.  

Esta polémica ley que divide a la sociedad israelí tras el empate en el parlamento a 59 votos, causó manifestaciones árabes frente al parlamento la víspera de la votación, y alimenta una crispación social que, lejos de intimidar a Sara, reafirma su compromiso de estar siempre ahí. “Puedo decir que estar ahora en Jerusalén es un sueño cumplido y un destino al que siempre aspiré”.